En virtud de la Ley N° 27654
en el Perú se celebra el Día del Niño
por Nacer cada 25 de Marzo, como una forma de promover toda acción que vaya en
defensa de la vida y la dignidad de las personas que se encuentran en vías de
nacer. De igual manera en otros países del orbe también se celebra en este día,
el Día del Niño por Nacer, en concordancia con una fecha muy significativa para
la Iglesia Católica, que es la Anunciación del Señor.
Desde hace muchos años se ha
discutido en diferentes foros académicos y políticos respecto a si un nasciturus puede o no ser considerado
persona. Sin embargo, al referirnos al concebido, nos estamos refiriendo a un
ser que posee dinámica, reacciones y reflejos propios de un ser humano, si bien
es cierto, aún con autonomía y capacidad limitada, así como con una clara
dependencia de la madre, pero ya un ser que posee vida, consecuentemente un ser
que lleva consigo una dignidad. Entonces porque no celebrar la vida de quienes
precisamente se encuentran en camino a ver la luz exterior o expresado en
términos más sencillos, porque no celebrar la vida de quienes se encuentran por
nacer.
En contraste con ello, es
lamentable como en diferentes legislaciones del mundo se vienen introduciendo
mecanismos legales para amparar el aborto y el derecho a decidir sobre la vida
de otro ser, bajo eufemismos como: derechos sexuales, opciones resarcitorias,
libertad sexual, derecho a la plena realización de la mujer, etc.
En nuestro país ya se han
implementado políticas destinadas a proteger la vida y la salud de las
personas. No obstante, persiste el silencio cómplice cuando una adolescente o
mujer desea o expresa su decisión de
abortar para continuar con su vida o evitar alterar su programa de vida.
Somos de los que piensan que toda
política pública que se implemente a favor de la vida, y especialmente de
quienes se encuentran en vías de nacer, debe ser acompañada por una agresiva
campaña de concientización y formación dirigido a los sectores poblaciones más
vulnerables y expuestos a tomar una decisión errada, que terminará por dejar
huellas imborrables en el alma de quienes persistan en su decisión de no
apostar por la vida. Defendamos la vida en todas sus expresiones no sólo hoy,
sino todos los días del año sin prestarnos a ambigüedades o dobles discursos
que sólo buscan distraer nuestra atención de lo que realmente es importante: La
vida humana y su dignidad.
Ricardo Rivas
Pizarro.