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ENTRE LA ANGUSTIA Y LA APATIA


Para las generaciones recientes el término “Pandemia” y su significación ha pasado a ser el sinónimo de angustia o apatía dependiendo de un determinado individuo o de un conjunto de individuos, y aludo a la “dependencia” por lo mismo que el individuo actúa por lo general subordinado a un conjunto de normas determinadas o establecidas en una sociedad o cultura, siendo así, las dependencias van expresando la asimilación de ciertos hábitos y costumbres que terminan por identificarlos, y no porque precisamente ello, sea consustancial a su naturaleza, sino por el resultado evidenciado  por el comportamiento individual o colectivo de las personas.

Hace unos días, llamó la atención de la ciudadanía y de las autoridades un hecho que no sólo fue censurable, sino que colisionó frontalmente con lo que todos venimos viviendo a raíz del Estado de Emergencia y el distanciamiento social obligatorio, decretados por las autoridades nacionales con el propósito de controlar o por lo menos tener una aproximación a lo que pueda o no ser atendible en términos de atención en salud, y nos referimos a las colas que venían haciendo un grupo de ciudadanos en la ciudad de Piura, situación que en su momento significó un firme pronunciamiento por mi parte, ya que se estaba generando lo que por todos lados y en todas las formas, tratamos de evitar las personas del país y del mundo: las aglomeraciones y la injustificada exposición a contraer el Covid19, quedando de esta forma demostrada la apatía de un sector de la población.



Días después discutiendo con algunos amigos y colegas a través de las redes sociales, pude comprender y no como una manera de retractarme de lo que inicialmente señalé, sino como una forma de analizar la sumatoria de necesidades y particularidades de una sociedad como la piurana, sin que de modo alguno, busque con ello, excluirlo del resto del país, ya que existen y seguirán existiendo comportamientos sociales que no dejarán de generarnos sorpresa, asombro o indignación de acuerdo a los contextos y momentos históricos que nos toque vivir, independientemente de la localización o ubicación geográfica donde se generen este tipo de comportamientos.

En nuestro país y en el mundo existen diversos motivos por las que las personas rehúsan cumplir las normas, así para el psicólogo social Jorge Yamamoto existen tres factores por las que las personas no cumplen las normas:

-          Porque en nuestro país las sanciones por incumplir una norma son débiles, además, hay una cultura permisiva con los castigos impuestos y estos pueden ser muy flexibles.
-          Porque falta conciencia cívica a nivel del país, somos bastante restringidos para el establecimiento de los lazos familiares, no concebimos de modo alguno que el país o la nación también termina siendo una expresión de familia.
-          Porque faltan valores en nuestro sistema educativo, indica que es necesario enseñar a los niños y niñas sobre los valores desde que son pequeños.

El aludido profesional atribuye a la existencia de estos tres factores por las que las personas no cumplen las normas, lo que suscribo y no por adhesión o simpatía académica o intelectual, sino porque he vivido y trabajado en diferentes regiones de nuestro país y de países vecinos donde ciertamente, estos tres factores o “condiciones” como yo las denomino, son gravitantes para la desobediencia a la normatividad instaurada por la autoridad.



Cuando analizamos la respuesta frente al Covid19 por parte de diferentes países del mundo, podemos observar y concluir claramente que existen países donde sus poblaciones hacen causa común para no exponerse y contener de esta forma el número de contagiados, con lo que demuestran que las peores adversidades y tragedias son posibles de contener y enfrentar cuando se hace de estas al “enemigo común” que como colectivo tenemos que enfrentar, imposibilitando su avance, progreso o incremento desmesurado, ya que es muy cierto, que por ser un agente virulento muy joven y difícilmente identificable u observable, no podemos detenerlo con la facilidad que quisiéramos, lo que inevitablemente termina por generarnos una angustia incontenible al pensar que terminaremos infectados o peor aún, nuestros seres queridos, terminarán infectados.



Nosotros somos de la idea, que ningún extremo es aceptable, ya que en principio tenemos que interiorizar que es un virus muy peligroso, pero que también es posible, mantenernos a salvo en la medida que observemos los estrictos protocolos de seguridad y protección de conformidad a lo ampliamente difundido por las autoridades sanitarias, para lo cual es imprescindible usar los “tapabocas” para salir al exterior y lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia, sobretodo, si tenemos que salir de nuestros hogares por algo realmente necesario.

Aún hay mucho que observar e ir conociendo del temible Covid19, pero será muy aleccionador desde todo punto de vista, si este ejercicio cognoscitivo lo llevamos a cabo desde la seguridad de nuestros hogares, ya que es totalmente cierto y verificable que día a día mueren miles de personas en nuestro planeta y que aún no sabemos con certeza cuándo podremos contar con una vacuna que nos inmunice.


                                                                                           Ricardo Rivas Pizarro.

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