Perú, Ecuador y Colombia son tres países que mantienen una geografía maravillosa, una diversidad de ecosistemas, una exquisita cultura, y sobretodo muchas posibilidades de desarrollo por contar con una estratégica ubicación geográfica para implementar y diversificar sus operaciones comerciales, con miras a incrementar los niveles de empleo y reducir los índices de pobreza.
Cuando uno visita Lima, Quito o Bogotá queda asombrado por los niveles de modernidad y transformación estructural que van adquiriendo estas ciudades, que a pesar de las crisis económica internacional, siguen siendo visitadas por miles de turistas deseosos de experimentar nuestras costumbres y conocer la enorme riqueza que entrañan nuestras culturas.
No obstante, el panorama cambia cuando uno empieza a salir de las grandes ciudades, ya que se empiezan a observar cúmulos de basura, restos de hierba quemada, alrededores de fábricas plagados de residuos químicos, ríos contaminados y ornatos bastante sucios. Que necesariamente causan alarma y preocupación en quienes visitamos estos países, ya que rápidamente podemos deducir que no existe responsabilidad empresarial ni social. Y que el cuidado ambiental sólo queda graficado en un ineficaz cuerpo normativo que claramente se encuentra disociado de la práctica social.
Los tres países poseemos una legislación ambiental conducente a la preservación de áreas naturales, cuidado del medio ambiente y sobretodo a la promoción de un medio ambiente saludable para todos quienes habitamos estos hermosos países, pero curiosamente, también compartimos la debil conciencia cívica-ambiental, el desinteres por proteger lo que aún nos queda de áreas naturales, y sobretodo una manifiesta indiferencia con las especies declaradas endémicas.
Por otro lado, para quienes gustamos de la variada gastronomía con que cuentan nuestras naciones, resulta frustrante descubrir que algunas especies animales y vegetales han reducido su producción por la reducción de áreas de cultivo y la producción de transgénicos, los que evidentemente han empezado a cambiar los hábitos de cocina de quienes se encargan de deleitarnos con los exquisitos platos que existen en nuestros países.
Perú, Ecuador y Colombia comparten un legado histórico de significación universal, pero también tienen la responsabilidad de proteger y promocionar el uso responsable de los recursos naturales que son motivo de envidia de otras naciones, las mismas que sistemáticamente vienen aprovechando sus beneficios mediante el procesamiento de diversas especies.
Finalmente, las riquezas que poseen nuestros países seguirán siendo apreciados y admirados en el mundo entero, siempre en cuando tengamos la capacidad de consensuar mecanismos legales y sociales de protección ambiental y promoción de todo cuanto poseemos.
Ricardo Rivas Pizarro.
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