La violencia contra la mujer ha
sido puesta de manifiesto desde los albores de la humanidad. Hasta hace muy
pocas décadas, la mujer vivió siendo el apéndice de la sociedad. En el Perú la
violencia contra la mujer ha intentado ser explicado de diferentes ángulos de
carácter cultural, social, religioso, económico e incluso antropológico,
poniendo en evidencia una clara orientación machista y una clara ignorancia respecto a la igualdad de género no porque lo dictamina una determinada legislación, sino porque así fue concebido desde la aparición del hombre como especie sobre la tierra, tal como lo afirma el Jusnaturalismo.
El artículo 1ro. de la Constitución
Peruana señala: “La defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. El citado
precepto constitucional no hace una distinción de género, habla de la persona
humana incluyendo al varón y a la mujer. Por ello, no entendemos como aún la
sociedad y lo que es peor, los operadores de justicia miran con desdén e
indiferencia las innumerables denuncias de violencia contra la mujer que
existen a lo largo del país, donde si finalmente una denuncia es aceptada, lo
hacen anteponiendo un juicio de valor, en el que sin lugar a dudas, la
responsable de las agresiones o feminicidios son las mujeres, indicando
tácitamente que el hombre sólo se limitó a quitarle la vida o a golpear a una
mujer porque ella se lo merecía.
A nivel de Latinoamérica el Perú
ocupa el segundo lugar en casos de feminicidio,
puesto que no debería enorgullecernos,
sino por el contrario avergonzarnos e indignarnos. En las últimas semanas, los
medios de comunicación han dado cuenta de dos casos en los que las autoridades
judiciales han emitido fallos bastante cuestionables en los que se imponen
penas realmente ridículas y demasiado benévolas a los agresores. Estos casos
son los que han propiciado una reacción que llevó a convocar para el día de hoy
una movilización a nivel nacional denominada “Ni una menos”, en esta
movilización se darán cita diversas organizaciones sociales, estudiantes, profesionales
o todos los ciudadanos que deseen adherirse a esta causa que no es sexista como
algunos han querido hacer ver, sino que será una movilización para decir basta
ya a la violencia, indiferencia, insensibilidad y a todo acto que exprese
discriminación o segregación contra las mujeres, como promotoras de vida,
desarrollo y real humanización.
Esperemos que estas claras manifestaciones
de rechazo y repudio sigan dándose hasta que el último de los peruanos
entienda, que si tocan a una, tocan a todas. Y no olvidemos que al agredir,
discriminar, ridiculizar, o generar malestar a una mujer, lo estamos haciendo
contra una parte importante y esencial de la humanidad, donde ya no importan
criterios de nacionalidad, procedencia o estatus, sino sólo cabe pensar en la
especie humana.
Ricardo Rivas Pizarro.
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