Llegar a tener 60 años o más, que es lo mismo que llegar a ser adulto mayor
en nuestros países (Perú y Colombia), se ha constituido en todo un desafío por
lo mismo que no existen políticas de Estado visibles ni programas integrales
que nos aseguren tener una vejez digna, por esta razón, es común observar a
personas adultas mayores deambulando por las calles solicitando una moneda o
algún producto comestible que les pueda servir de alimento, en el mejor de los
casos, ya que también, es usual observar o hallar ancianos en total situación
de abandono, dejados a su suerte.
Las políticas de Estado en Perú y
Colombia respecto a la atención y cuidado de los adultos mayores aún se
encuentran en pañales por lo mismo que ni siquiera son políticas propiamente
dichas, sino que en la mayoría de casos, son sólo programas o proyectos
adscritos a un determinado sector público como: Salud, Desarrollo o Educación,
razón por la que se hace imperativo implementar políticas o cuando menos,
programas de atención y cuidado de los adultos mayores que les permitan
terminar sus últimos años con calidad de vida y con una atenta mirada de los
organismos competentes y no como viene sucediendo en la actualidad, en la que
no son tomados en cuenta por el hecho de no encontrarse con el “estatus” de pensionista o porque ni
siquiera fueron incorporados a alguna institución pública que les provea al menos de atención primaria:
hospedaje y alimentación. Por otro lado, las instituciones que existen para
este fin en su mayoría, son entidades o instituciones benéficas de derecho
privado. Y al referirnos a instituciones benéficas, estamos hablando de las
iniciativas particulares de algunas personas o instituciones que buscan
instaurar un espacio físico o estructural destinado a los adultos mayores.
Al igual, que en otras ocasiones,
esta vez he decidido contar con la generosa colaboración de la Dra. Sandra Juliana Roa Parra, quien es promotora de
actividades pro adulto mayor en Santander. Colombia, para que pueda enriquecer con
sus conocimientos y experiencia nuestra modesta perspectiva sobre el tema.
“En Santander- Colombia, el adulto mayor goza de cierta protección por
parte del Estado, mediante apoyos que provienen de la Gobernación del
Departamento, y de las Alcaldías Municipales, a través de una estampilla que se
convierte en un auxilio monetario por cada adulto mayor y que es destinado para
su cuidado, alimentación, y vivienda. Estos
auxilios son otorgados a los hogares que se han creado para tal fin. Desafortunadamente no siempre son utilizados
en muchas entidades, para los fines que los propician. Por ello vemos con preocupación que muchos
adultos mayores ven pasar sus días sin alguna ilusión o alegría. Las familias aún no han comprendido la
importancia de nuestros ancianos como focos de experiencia y ternura. Consideramos que el abandono hacia las
personas de la tercera edad es cada día mayor.
No se le permite al adulto mayor soñar con un mejor mañana, pues sus
días transcurren encerrados en cuatro paredes.
Pudiendo implementar programas de emprendimiento, y terapia ocupacional,
donde cada uno pueda aportar sus destrezas y conocimientos para crear productos
que les generen un ingreso adicional o un incentivo recreativo. Falta mayor integración familiar, ya que veces
dejamos a las familias fuera del proceso
con los adultos mayores, hecho que crea depresión y mucha ansiedad en
ellos. Es importante igualmente que las
entidades que atienden a adultos mayores cuenten con las instalaciones físicas
adecuadas para los cuidados y las condiciones clínicas de los mismos, pues esto
facilitaría su calidad de vida. Consecuentemente,
debemos entender que todos ellos forman parte de nuestra historia, por lo cual,
debemos conservarlos con amor, tolerancia y mucha paciencia”. Sandra Juliana Roa Parra.
En el norte del Perú,
precisamente en la Región Piura, existen 05 Asilos de Ancianos que tienen la
responsabilidad de atender a una población aproximada de 190 ancianos, de los
cuales 02 se encuentran en la Provincia
de Morropón, y es una la que se encuentra en el Distrito de Chulucanas, el cual tiene el nombre de “Hogar Luz, Vida y Amor”, que es un
Asilo que en la actualidad alberga a 16 abuelitos que han sido declarados en
abandono por las autoridades o que han sido traídos a la institución por algún
familiar o amigo que determinó que merecía ser atendido y cuidado por quienes
se encuentran a cargo del “Hogar Luz,
Vida y Amor”, la cual es una institución privada, pero que sin embargo, no
cuenta con recursos propios, sino tan sólo con el patrocinio eventual de
algunos benefactores como la Diócesis de
Chulucanas, que aunque sea una jurisdicción eclesiástica pequeña y de
escasos recursos económicos, siempre se las ingenia para hacer llegar lo
elemental cada mes a quienes se encuentran bajo el amparo del “Hogar Luz, Vida y Amor”. Esta
institución desde hace cuatro años se encuentra dirigido por las Hermanas Pequeñas Apóstoles de la
Redención, que es una comunidad de religiosas que viene trabajando en la Diócesis de Chulucanas desde hace once
años.
Un aspecto que es común a ambas
realidades es que muchas veces los ancianos son derivados o enviados a las
instituciones de acogida que existen en Perú y en Colombia por las autoridades
jurisdiccionales (Poder Judicial, Ministerio Público), pero que casi nunca
asignan o posibilitan la obtención de recursos del tesoro público para proveerles
lo necesario durante su estadía en la institución, por lo que las instituciones
de acogida sean estas Asilos, Hogares de Acogida, Ancianatos o Geriátricos
tienen que apelar a un sinnúmero de estrategias, mecanismos o vías para obtener
los recursos económicos necesarios.
Finalmente, es muy frecuente observar
que en la sociedad se encuentren personas que se interesen y comprometan con la
precaria situación de los adultos mayores, quienes son precisamente los
impulsores y promotores para la organización de Tómbolas, Rifas, Teletones o
Radiotones a fin de invocar a la ciudadanía para recaudar algunos recursos que
luego son destinados a los centros de acogidas sea cual sea su denominación.
Ricardo Rivas Pizarro.
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